El amor a la naturaleza es la fuerza que puede cambiar el mundo
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Promover una educación por la naturaleza es una medida eficaz que puede cambiar nuestra propia perspectiva en torno a nuestra relación con ella. Sin dudas, fomentar una enseñanza con la cual se les facilite a las personas la forma de entender cómo la naturaleza incide de múltiples formas y a distintos niveles en la vida diaria resulta crucial en vista del panorama del grave deterioro ambiental. Por este motivo, es de gran trascendencia comprender cómo construir un nuevo vínculo hacia ella.

En primer lugar, avivar la observación y la curiosidad para descubrir la naturaleza. La sociedad se encuentra en un tiempo donde difícilmente uno puede maravillarse por las cosas sencillas, más aún de aquellas a las que se dan por sentado. Conocer y percatarse del entorno donde se habita como los ríos, los árboles, las plantas, las flores silvestres, las aves y los insectos es una excelente medida de poner en práctica el hábito de la observación.

En segundo lugar, averiguar qué elementos del entorno se encuentran degradados y cual es la condición óptima en la que deberían de estar. Frecuentemente, se escucha hablar acerca de arroyos que antiguamente corrían limpios, praderas que ahora son vertederos o bosques invadidos por desarrollos inmobiliarios. La sociedad es afortunada de tener al alcance cierto atractivo natural, ahora deteriorado, que es posible reapropiar y exhortar que se restaure.

En tercer lugar, comprender de qué manera obtenemos en nuestros hogares ciertos bienes y servicios que provienen de la naturaleza. El agua que se bebe y utiliza para el aseo, los alimentos que se preparan y se consumen, o la ropa con la que nos vestimos. Todos estos bienes o recursos provienen de una larga cadena de suministro con un impacto ambiental en su transformación, transporte y disposición final. Por lo tanto, es tarea de la sociedad actuar como consumidores responsables: reduciendo, reciclando y reutilizando.

Finalmente, implementar una idea bastante difundida que resume muy bien el alcance de nuestras acciones: pensar globalmente y actuar localmente. Al participar a través de distintas acciones que procuren la conservación y restauración del medio ambiente se rechaza el egoísmo e indiferencia sobre el deterioro ambiental. Así pues, la organización y cooperación entre las personas para abonar a distintos objetivos ambientales es una forma extraordinaria de fortalecer a las comunidades.

¡En Artea, queremos ser parte de la fuerza que cambie al mundo!

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